Las andanzas y desventuras de Esperanza Aguirre
Ante todo debe saber Vuestra Merced que mi nombre es
Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, condesa consorte de Bornos y Grande de
España. Soy hija de Jose Luis, abogado de la alta burguesía madrileña y Piedad,
ama de casa. Gracias a mis abuelos, soy condesa de Sepúlveda, algo solo
alcanzable para las personas más honrosas.
Como Vuestra Merced me pidió que le relatara el caso para
sacar conclusiones, he decidido empezar desde el mejor lugar: el principio.
Verá como he pasado de ser una niña rica y pija a atropellar policías y estar
presente en todos los escándalos de corrupción.
Nací en el seno de una rica familia de Madrid (no me acuerdo
del año), solo sé que aquellos fueron tiempos mejores para mi querida España.
De mis primeros años de vida no le puedo contar nada sustancial; estudié en el
colegio de La Asunción de Madrid, no en el de Vallecas con esos piojosos
malolientes, sino en el honorable centro católico de La Moraleja. Ya no quedan
colegios como aquel, en el que me enseñaron los valores de la vida cristiana,
la más honrosa.
Entré en la universidad Complutense de Madrid, no necesité
buena nota ya que en esa época y (entre vuestra merced y yo) ahora también,
esas cosas no sirven para nada. Donde esté un buen fajo de aquellos que solo mi
padre y unos pocos elegidos más sabían domar tienes la puerta abierta a todas
las universidades del mundo.
Tras unos años de cargos administrativos poco importantes,
recalé en una concejalía. Ahí empezó mi celestial camino a la grandeza. Unas
cuantas primaveras después y gracias a la estupidez de los rojos, conseguí la
presidencia de mi querida comunidad autónoma. Me dedicaba a organizar veladas
taurinas y a perseguir antiespañoles, algo que solo los más gigantes
aristócratas pueden hacer. También conseguí privar a los pobres de la sanidad,
necesitábamos limpiar España.
Mi vida iba viento en popa hasta que un soleado día me llevé
una moto de policía por delante, algo que sigue machacándome la conciencia, ya
que aquellos apuestos hombres son una salvación para el país: se dedican a
poner multas y pegar a los perroflautas. Desde entonces soy la
baronesa hazmerreir por antonomasia y la condesa con más memes en internet.
De lo que aquí adelante me sucediere avisaré a vuestra
merced.